E-74 LA IA REVOLUCIONA LAS AULAS
E-74 LA IA REVOLUCIONA LAS AULAS
El desembarco del ChatGPT no solo modifica los sistemas de evaluación de trabajos y exámenes, su revolución va más allá. Ataca la línea de flotación de un sistema de aprendizaje propio del siglo xix que llevaba décadas resquebrajándose. Hablamos con los expertos sobre las oportunidades y los riesgos de esta nueva tecnología.
EL CHATGPT REVOLUCIONA LAS AULAS
CRISIS EN EL SISTEMA
EDUCATIVO POR LA IA
¿El fin de los exámenes y de los
trabajos de fin de grado?
El curso 2022-2023 será recordado por la conmoción
mundial causada por ChatGPT, el programa de conversación que ha puesto patas
arriba las aulas y la adquisición de conocimiento. La inteligencia artificial
de OpenAI redacta textos de calidad en un santiamén, responde a cualquier pregunta,
resuelve problemas… Lo que le pidas. Su irrupción tomó por sorpresa a colegios y
universidades. Las escuelas de Nueva York lo prohibieron de inmediato.
«No desarrolla el pensamiento crítico ni la
resolución de problemas, que son esenciales en el éxito académico y en la
vida», advirtió la portavoz, Jenna Lyle. Fue una reacción en caliente, pero en
mayo levantaron el veto. «El miedo instintivo hizo que se pasara por alto el
potencial de la
inteligencia artificial para el aprendizaje», se disculpó David Banks,
jefe del distrito escolar más importante de Estados Unidos. Esa rectificación
ilustra bien la división del mundo educativo: donde unos ven una oportunidad,
otros vislumbran un coladero para las trampas. Y los estudiantes ya lo usan en
masa.
Pronto,
un niño podrá tener más amigos chatbots que humanos. Y esos compañeros estarán
diseñados por las empresas para vigilarlo y obtener beneficios a su costa
Se estrenó en noviembre, y en abril ya
superaba 187 millones de usuarios y 1900 millones de visitas mensuales. Nunca
antes una plataforma había crecido tan rápido. El próximo curso será decisivo
con el desembarco de una legión de nuevos modelos de inteligencia artificial
que, según pronostica el periodista tecnológico Matteo Wong, «convertirán la
versión actual de ChatGPT en obsoleta, pues serán multimodales y no solo
generarán texto, sino que también procesarán imágenes, audio y vídeo». ¿Hay que
prohibir, regular o subirse al tren de oportunidades que abre esta tecnología?
Sistemas de ‘alto riesgo’
La Unesco ha reclamado a los gobiernos
de todo el mundo que se movilicen para dar respuesta coordinada sobre cómo
integrar ChatGPT en los planes de estudio, priorizando «la seguridad y la
transparencia», y mitigar así los riesgos de estas tecnologías, como su propensión
a dar información sesgada o descaradamente falsa. Y ha señalado que solo una de
cada diez escuelas y universidades tiene ya algún plan al respecto.
En España se suceden los seminarios y grupos
de reflexión. Hay libertad de cátedra, pero habrá que tomar partido sobre una
tecnología potencialmente disruptora. En Galicia, por ejemplo, han anunciado
que se impartirán dos asignaturas nuevas sobre inteligencia artificial, en ESO
y Bachillerato, con un bloque específico sobre ChatGPT.
A este panorama confuso se añade la
reciente aprobación del reglamento europeo sobre inteligencia artificial, el
pasado junio. La revista Time ha
revelado que Sam Altman,
cofundador de OpenAI, presionó a los parlamentarios europeos para
obtener un trato de favor; y lo consiguió, pues ChatGPT no fue incluido entre
los sistemas 'de alto riesgo'.
Otros países también preparan
normativas, como Estados Unidos y China. En Japón preocupa que se pierda la
ética del trabajo. Las universidades australianas volverán a los exámenes con
papel y bolígrafo. También se baraja hacer más pruebas orales… Otros apuestan
por valorar la originalidad y que no baste una redacción impecable para
aprobar.
El profesor sigue siendo clave
¿Pero
solo se va a replantear la manera de evaluar o se le dará un vuelco a la manera
de enseñar? No será fácil porque subsisten grandes inercias, advierte Senén
Barro, director del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la
Universidad de Santiago de Compostela. «ChatGPT es lo más sorprendente que
hemos visto en años. Pero la cuestión no debería ser cómo evitar que nuestros alumnos
nos engañen, sino cómo usar estas herramientas, tanto docentes como
estudiantes, para mejorar el aprendizaje.
La mejor educación seguirá estando en
manos de los mejores profesores, pero estos sistemas van a formar parte de la
vida de los jóvenes y de su trabajo. Y no debemos olvidar que somos los humanos
los que hacemos las preguntas, aunque las máquinas nos den cada vez mejores
respuestas».
Algunas plataformas educativas, como
Duolingo y Khan Academy, ya han integrado ChatGPT. El fundador de esta última,
Salman Khan, es un entusiasta: «La inteligencia artificial puede asumir el
papel de tutor digital para millones de alumnos que no tienen la oportunidad de
recibir clases de refuerzo o una asistencia personalizada. Prohibirla sería un
error. Es una tecnología que está ahí, no se puede desinventar».
Cada generación ha tenido sus propios encontronazos con la tecnología. Calculadoras, procesadores de texto e incluso la Wikipedia fueron cuestionados.
No hay antiplagio posible
Para algunos, es la propia
arquitectura de ChatGPT lo que más inquieta. Ha sido entrenado con un paquete
de datos que abarca la mayoría del conocimiento humano disponible en Internet,
siglos de ciencia y literatura, pero también conversaciones y comentarios en
foros y redes… Todo triturado en una papilla que prescinde de autores y
referencias. La máquina transforma palabras y oraciones en valores numéricos
(llamados 'tokens') y va buscando las series que se repiten más.
Se denomina 'red neuronal' porque imita
las conexiones de las neuronas humanas, pero no piensa. Adivina los números que
tienen más probabilidades de salir; primero, prueba al azar, pero, después de
tasar 175 millones de parámetros, va afinando cada vez mejor, aunque no siempre
acierta. De ahí que tenga las famosas alucinaciones o errores. Luego vuelve a
convertir los números en palabras…
El resultado siempre es
original porque no hace un 'cortapega', sino que reelabora y combina. Por
tanto, los programas antiplagio habituales no sirven. No obstante, OpenAI ya
está desarrollando una especie de marca de agua que permita identificar cuando
está detrás su autoría. Utiliza patrones en la distribución de palabras que son
indistinguibles para los humanos, pero que revelan su origen cuando se analizan
con una aplicación. ¿Solucionado?
No
tan rápido. Cazar a los tramposos es prioritario, pero la cuestión de fondo es
que vamos hacia un mundo donde lo verdadero y lo falso pueden llegar a ser
indistinguibles. «Una científica informática me dijo que teme que, cualquier
día, sus padres, ya mayores, escuchen su voz al otro lado del teléfono
suplicando ayuda o dinero. Será una voz generada artificialmente para sonar
exactamente como ella y estafarlos», advierte Adrienne LaFrance, directora de The Atlantic.
«Una
conversación con una inteligencia artificial es unidireccional, una ilusión de
conexión. Pronto, un niño podría tener no solo un amigo que sea una máquina,
sino más amigos chatbots que humanos. Estos compañeros no solo estarán
diseñados por las compañías tecnológicas para vigilar a los humanos que los
utilizan, sino que estarán vinculados a la obtención de beneficios a su costa»
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000379376
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